Anorexia y ejercicio físico adaptado como parte del tratamiento
Hasta hace un tiempo se pensaba que a las pacientes de anorexia había que inmovilizarlas en la cama para que ganaran peso. Si el movimiento es vida… ¿Por qué a veces no se termina de comprender el papel del ejercicio como factor predisponente, precipitante y a la vez perpetuante de la enfermedad?
Respeto, comprensión y comunicación deberían ser los pilares que sustenten el proceso curativo de la anorexia en el que el ejercicio físico forma parte del problema, pero también de la solución.
La anorexia nerviosa es un trastorno alimenticio que afecta principalmente a las mujeres, en particular a las adolescentes de 15 a 19 años, con un pico de frecuencia a los 16 años. Según una revisión reciente, la prevalencia de la vida de la anorexia nerviosa es del 4 % en las mujeres y del 0,3 % en los hombres. Esta enfermedad tiene una tasa de recuperación del 50 % seis años después de la hospitalización inicial y una alta tasa de recaídas de más del 50 %.
«Respeto, comprensión y comunicación deberían ser los pilares que sustenten el proceso curativo de la anorexia en el que el ejercicio forma parte del problema, pero también de la solución»
Además, una revisión de casi cincuenta años de investigación ha confirmado que la anorexia tiene la tasa de mortalidad más alta de cualquier trastorno mental.
Comorbilidades
La anorexia se asocia con otras complicaciones de salud mental, como trastornos de la imagen corporal trastornos del estado de ánimo, baja autoestima, dependencia del ejercicio, deterioros cognitivos o trastornos del sueño. Esta patología también induce graves consecuencias físicas, en gran parte relacionadas con la desnutrición, como el crecimiento atrofiado, la fragilidad ósea, la disminución de la fuerza y la resistencia muscular, los trastornos hormonales y metabólicos así como la pérdida de cabello y los problemas renales e intestinales.
Para prevenir las complicaciones mencionadas anteriormente y curar a los pacientes de la manera más eficiente y sostenible, los estudios recomiendan un enfoque multidisciplinario para el tratamiento de la anorexia. Por lo tanto, la atención estándar se compone de monitoreo somático y de realimentación, rehabilitación nutricional, intervenciones psicosociales (psicoterapia de grupo familiar, terapia cognitiva conductual, etc.) y medicación (ansiolíticos, antidepresivos).
«Los estudios recomiendan un enfoque multidisciplinario para el tratamiento de la anorexia»
El ejercicio físico como parte del tratamiento
Sin embargo, la recuperación sigue siendo larga y difícil debido no solo a la diversidad y gravedad de los síntomas y las comorbilidades asociadas, sino también a la negación de la enfermedad por parte de los pacientes y su falta de adherencia al programa de atención.
Para mejorar la eficacia del tratamiento y el cumplimiento del paciente, generalmente se incluyen otras terapias en la atención estándar, como el ejercicio físico supervisado, la relajación… De estos, el ejercicio supervisado debería recibir interés por parte de las unidades dedicadas a trastornos alimentarios.
Entrenamiento
Se podrían realizar ejercicios formalmente supervisados por un profesional cualificado, con el fin de restaurar el funcionamiento mental y físico óptimo para objetivos terapéuticos específicos. También puede introducirse como algo lúdico, compartido: patinar, hacer senderismo. Lo importante es que sea disfrutado y que evite la comparación y la cuantificación. No todas las pacientes están preparadas para asumir un plan de entrenamiento, con lo que hay que adaptarlo al momento del tratamiento del paciente facilitando la flexibilidad paso a paso.
«El ejercicio supervisado debería recibir interés por parte de las unidades dedicadas a trastornos alimentarios»
El ejercicio físico ya se ha integrado en el tratamiento de enfermedades mentales y ahora se considera una terapia convincente para la anorexia en algunos departamentos hospitalarios. Según Rizk et al. (2018), la prevalencia del ejercicio disfuncional varió considerablemente del 5 % al 54 % en pacientes con anorexia.
Desde 1995, varios estudios han intentado definir el ejercicio disfuncional y han demostrado que comprende dos dimensiones primarias: una dimensión cuantitativa y una dimensión cualitativa.
«El ejercicio físico ya se ha integrado en el tratamiento de enfermedades mentales y ahora se considera una terapia convincente para la anorexia en algunos departamentos hospitalarios»
La dimensión cuantitativa se refiere a la duración e intensidad del ejercicio. Varios autores han sugerido que el ejercicio cuando se padece anorexia es disfuncional cuando la duración semanal del ejercicio es de 6 horas o más. Sin embargo, no hay un consenso formal sobre este criterio que se base en evaluaciones y observaciones subjetivas. La dimensión cualitativa se refiere a los componentes compulsivos y obsesivos del ejercicio físico, que se reflejan en horarios rígidos de ejercicio, la priorización del ejercicio sobre otras actividades, episodios de compulsión del ejercicio y la culpa y la ansiedad cuando las sesiones están incompletas o perdidas.
«Algunos autores han sugerido que el ejercicio físico, cuando se padece anorexia, es disfuncional cuando se supera las 6 horas semanales»
Por lo tanto, los pacientes con anorexia realizan regularmente ejercicio disfuncional, especialmente en su habitación o fuera de la vista, para aumentar la pérdida de peso. Incluso si el equipo médico restringe o prohíbe la actividad física, los pacientes pueden seguir haciendo demasiado ejercicio. El problema principal es que este ejercicio disfuncional interfiere con el aumento de peso y el proceso de recuperación al aumentar el gasto energético del cuerpo. A menudo se asocia con peores resultados de tratamiento, estancias de hospitalización más largas y un mayor riesgo de recaída y cronicidad de la enfermedad.
A la luz de esto, ha quedado claro que la actividad física y el ejercicio adaptado no debería prohibirse en el cuidado de pacientes con anorexia, sino que debe ser supervisada por un profesional para manejar y fomentar un comportamiento saludable durante el ejercicio, y así contribuir a reducir el ejercicio disfuncional (problemático).
Entrenamiento de fuerza
El entrenamiento de fuerza implica ejercer un esfuerzo contra la resistencia que se induce ya sea con equipo (por ejemplo, mancuernas, bandas elásticas o máquinas) o sin equipo (es decir, el peso corporal) para aumentar la fuerza muscular. Particularmente para los pacientes con anorexia se ha revelado que el entrenamiento de fuerza provoca efectos positivos en la masa muscular y el peso corporal, así como en otros parámetros como las adaptaciones metabólicas, la neuroplasticidad, la salud mental (por ejemplo, la ansiedad, la depresión y los cambios de comportamiento) y la densidad ósea. El entrenamiento de fuerza implica que el paciente sea autónomo y, si quiere hacer algo, pueda hacerlo.
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Referencias
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Nandrino JL. L’anorexie mentale. Paris: Dunod; (2015). 10.3917/dunod.nandr.2015.01 – DOI
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Acerca del autor
Sara Tabares es entrenadora personal y directora deportiva de PERFORMA Entrenadores Personales en Valencia. Graduada en Ciencias de la Actividad Física, Licenciada en Periodismo, fisióloga del ejercicio y máster en Actividad física y Salud. Premio Concha García Campoy a la divulgación científica en la categoría de radio, y autora de los libros “Ellas Entrenan”, “Entrena Bien, Vive Mejor” y “La profesión de entrenador Personal”. También investiga el impacto del ejercicio físico supervisado en el tratamiento de pacientes con anorexia nerviosa. Puedes encontrarle en Orcid o Research Gate.
Artículo por
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