Las salas de musculación de los gimnasios son los espacios donde aún se pueden notar los vestigios del culturismo. Se entiende por culturismo, según su definición, «la práctica sistemática de ejercicios físicos encaminada al desarrollo de los músculos del cuerpo». Una imagen que persigue, quieran o no, a todos los entrenadores personales.
Me asombra ver a jóvenes manejando terminologías propias del culturismo: Físico rayado, plenitud, forma de V o pistolas. Es curioso escucharles predicar profundas creencias y praxis adquiridas hace décadas, porque ninguno de estos chavales de 18 años conoció la época de Arnold Schwarzenegger. Fueron testigos de ella quienes son sus principales influencias, o incluso las influencias de sus influencias. Cambiar eso, enseñarles a desaprender depende de sus formadores, instructores o entrenadores personales, pero también de ellos mismos, de sus ganas de avanzar.
Los vestigios del culturismo persiguen a los entrenadores personales como una sombra mala. Para mi son el «traje pasado de moda» que tiré a la basura, que no llegué a estrenar y del que no me acuerdo nunca, porque para mí ni existió. Todo el mundo es libre de hacer y entrenar como quiera, pero ojo, no identifiquéis a todos los entrenadores personales con los batidos y el desarrollo muscular desproporcionado pues trabajamos por un sector basado en la evidencia científica. Es cierto, el chándal tiene poder, mucho, para mejorar la salud y calidad de vida de las personas.
Los entrenadores personales somos, tal y como enuncian nuestras facultades, Ciencias de la Actividad Fisica y el Deporte, no todos buscamos «estar más grandes». En esta profesión existe la investigación que traspasa las salas de musculación, la propia experiencia y el «a mí me funciona». Los vestigios del culturismo son una losa con la que por desgracia todos los entrenadores personales e instructores de sala tenemos que cargar, queramos o no. De nosotros depende que sea más grande, más pequeña o que ni exista. El entrenamiento es ciencia. Todo lo demás son películas de Arnold.