Algunos dicen que es violento, otros que es un deporte de salvajes jugado por caballeros… Otros sencillamente no saben en qué consiste. Hay un gran desconocimiento sobre el rugby. Muy pocos lo conocen en profundidad y en él se dan los auténticos valores del deporte: «Respeto, sacrificio y trabajo en equipo», afirma Manuel Gallego, Director de la escuela XV Sanse Scrum Rugby Club. Conocer es aprender… Es el turno de ver el rugby de cerca.
¿Desde cuándo lleva en el rugby?
La primera vez que vi un partido de rugby tenía 10 años. Fue un partido de la liga en el que participaba mi hermano y, si quieres que te sea sincero, el partido no llamó para nada mi atención. Sin embargo, un año más tarde, en 1994, abandoné el balonmano, pues el equipo en el que jugaba se disolvió, y mi hermano me convenció para que probase con el rugby. Recuerdo mucho ese primer año, pues era el niño más pequeño de la escuela de Alcobendas Rugby, club en el que comencé a jugar. Para formar un equipo completo teníamos que juntar jugadores de hasta 14 años. En mi primer partido estaba tan nervioso que mi hermano tuvo que entrar al vestuario para abrocharme los botones del polo, atarme los cordones y darme unas palabras de ánimo.
Defina el rugby en tres palabras
Respeto, sacrificio y trabajo en equipo.
«El fútbol es un deporte de caballeros jugado por salvajes. El rugby es un deporte de salvajes, jugado por caballeros»… ¿Qué opina de la frase de Sean Fagan?
Realmente no me gusta pensar ni creer en estos tópicos. No considero que los deportes sean de una manera concreta, sino que son sus miembros (jugadores, entrenadores, clubes, federaciones e incluso, aficionados) los encargados de que un deporte sea de caballeros o de animales.
El rugby tiene fama de ser un deporte violento
En mi opinión no existen los deportes violentos. Todos los deportes tienen unas reglas de obligado cumplimiento para todos sus participantes y se apuntan sabiendo la existencia de estas. La principal virtud que tiene el rugby es que reconoce ser un deporte de contacto físico y su reglamento lo limita muy estrictamente y define las obligaciones tanto de entrenadores como de jugadores en este sentido.
Sin embargo, existen numerosos deportes en los que el contacto físico es una realidad, pero no se definen a sí mismos como un deporte de contacto, provocando que las reglas que lo regulan no sean estrictas y queden sujetas a una interpretación arbitral, lo que puede suscitar numerosas protestas sobre una decisión que tome esta persona.
El rugby, consciente de que la línea que separa el contacto de la violencia es muy delgada, ha decidido luchar muy duramente contra esta lacra. Incluye el video-arbitraje para acciones en las que el árbitro pueda tener dudas de si se ha cometido una agresión. Incluso el Comité de Disciplina Deportiva puede sancionar una agresión cometida en un partido, a pesar de que el árbitro no haya reflejado esta acción en el acta, siempre que el equipo perjudicado presente pruebas. Este hecho ha provocado que las acciones violentas se reduzcan en gran medida.
¿Cuántos equipos de rugby hay en España?
Aunque estamos muy lejos de los deportes de equipo tradicionales, el crecimiento del rugby en nuestro país es una realidad. Todavía me quedo fascinado cuando bajo a las jornadas de mi escuela y veo equipos de niños y niñas formados por jugadores de cuatro y cinco años, cuando yo, con once, era el más joven.
El crecimiento del rugby en nuestro país se ha producido en el siglo XXI, pues el número de fichas federativas en 1994 ascendía a 12.324, en 2001 a 13.964 y en 2015 a 28.479. Muy significativo en este sentido es el crecimiento del rugby femenino. Cuando entre 2001 y 2015 el número de fichas masculinas casi se ha duplicado, desde las 13.964 a las 25.341, las fichas de las jugadoras se han multiplicado por cuatro, desde las 843 a las 3.138. También es relevante el aumento del número de clubes pasando de 175 a 259 en este mismo periodo de tiempo.
¿Por qué tiene tan poca visibilidad el rugby?
Los jugadores de rugby somos conscientes de que participamos en un deporte minoritario en nuestro país y por eso su visibilidad es muy reducida. Sin embargo, el crecimiento de los últimos años no ha pasado desapercibido para World Rugby, institución que dirige las federaciones de rugby a nivel internacional, y la EPCR, Liga Profesional Europea de Clubes de Rugby. En los últimos años se han disputado en nuestro país partidos internacionales de primer nivel, tales como eliminatorias de Champions, test matches de selecciones e incluso, el pasado mayo, la final de la Liga Francesa, que se jugó en el Camp Nou. Recientemente, la EPCR ha designado al estadio de San Mames para albergar las finales de la Champions y la Challenge, las dos máximas competiciones de clubes europeas, para la temporada 2017/2018.
Asimismo, los buenos resultados cosechados por las distintas selecciones nacionales han dado una mayor visibilidad a nuestro deporte. En este sentido, tuvo especial repercusión la participación de las selecciones masculina y femenina de rugby VII en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro. También es importante el trabajo desarrollado por los clubes y sus aficionados, especialmente los vallisoletanos, que el año pasado consiguieron llenar el estadio José Zorrilla para la final de la Copa del Rey. El trofeo fue entregado por Felipe VI, hecho que no sucedía desde 1929, lo que hizo que el rugby apareciese en todos los canales de televisión y la prensa.
No creo que sobre el papel los valores del rugby sean diferentes a los de cualquier deporte de equipo. Colaboración, respeto, integración, espíritu de superación o disciplina, entre otros, son valores que debería transmitir cualquier entrenador, una figura fundamental en el desarrollo deportivo, pero también con gran influencia en el crecimiento psicológico de los y las deportistas.
¿Se pelean los padres en sus partidos de rugby?
La principal función de un entrenador debería ser procurar la diversión de las deportistas. De esta manera el rugby se convierte en una satisfacción y no una obligación. Sin embargo, para que esta armonía sea duradera, los entrenadores tienen que concienciar a padres y madres de que los niños juegan por y para ellos mismos, no para complacerles a ellos. Más allá de los resultados está su diversión y satisfacción personal.
De esta manera, la figura del entrenador se convierte en un ejemplo a seguir del que, tanto niños como adultos, están recibiendo constantemente información. Por eso tenemos que darnos cuenta de que si un entrenador comete una falta de respeto al rival, critica una decisión arbitral o lanza un mensaje equivocado, este va a ser recibido y reproducido por ambas partes de manera exaltada. Sin embargo, si el entrenador realiza eficientemente este trabajo educativo, la recompensa que recibirá a cambio será enorme, pues adultos y jóvenes le ayudarán a instruir a los nuevos miembros del club.
¿Dónde cree que está el fallo?
Una presión excesiva sobre los niños les puede provocar frustración y, en ocasiones, esta es recogida por unos adultos alterados, pudiendo desembocar en sucesos desagradables. En nuestro club nunca se ha llegado a las manos, ni menos con jugadores o aficionados de equipos contrarios, pero si ha habido discusiones padres-entrenadores. Sin embargo, los clubes tienes que afrontarlas de manera contundente, para que no vuelvan a repetirse.
¿No hay más afinidad por el rugby por su desconocimiento?
Una de las cosas que más me sorprende como director de la escuela, son niños y niñas de cinco, seis o siete años, que vienen a probar el rugby porque no han superado una prueba para entrar en un club o porque van a los partidos y los dejan sentados en una banda, sin jugar ni un minuto. Me impresiona que a estas edades se valoren determinados aspectos técnicos, tácticos o físicos para poder jugar. Que por no llegar a unos objetivos puestos por un entrenador, en ocasiones parcial, se sancione con no jugar o no formar parte de un club. Esta forma de gestionar un club vulnera los valores de los deportes de equipo.
Entonces hay deportes «elitistas», incluso en categorías inferiores…
Si nuestro club se considera consecuente con los valores de respeto, igualdad e integración, tiene que ser capaz de ofrecer a todos los jóvenes que prueban nuestro deporte la oportunidad de progresar dentro de él sin la presión de ser rechazado por sus habilidades pues esta tensión dificultará su desarrollo deportivo y psicológico. Esta convicción nos lleva a que todos los niños y niñas deben jugar todos los partidos, intentando repartir los minutos lo más equitativamente posible. No contamos con las herramientas necesarias para medir sus méritos para jugar ni podemos anticipar el desarrollo cognitivo, físico, técnico o táctico de un jugador a esas edades.
¿Los medios ayudan o perjudican a su deporte?
Desde pequeño, un niño comienza a jugar al futbol porque quiere convertirse en una gran estrella. Un Cristiano Ronaldo, Messi o Griezmann, debido al circo mediático que rodea a las grandes estrellas. En mi opinión, se desvirtúa el deporte en favor de este circo. Si preguntases a mis niños de rugby por el nombre de cinco o seis jugadores de la división de honor española, la mayoría sería incapaz de nombrártelos. Esto ayuda a que se desarrollen en un ambiente de deporte más sano fuera de un espectáculo que considero perjudicial para ellos.
Los medios de comunicación hacen de sucesos que deberían quedar dentro del campo como una anécdota o un lance del juego, un debate al que pueden acceder millones de personas. En cualquier campo, indistintamente del deporte que sea, se dan acciones o actitudes criticables, insultos o faltas malintencionadas, que no deberían trascender el partido en el que suceden ni por supuesto ser defendida porque la persona que la ha cometido es un compañero o un miembro del equipo al que animo. Si no somos capaces de condenar unánimemente este tipo de acciones, ¿Cómo vamos a evitar que los jóvenes las aprendan y las realicen en sus propios partidos?
En España, los medios de comunicación han convertido el futbol en un negocio olvidando, en muchas ocasiones, el propio deporte y convirtiendo a las grandes estrellas en ejemplos a seguir. Sin embargo, prefieren mostrarte su vida privada, vacaciones en yates y hoteles de lujo o fiestas en Brasil o Dubái, obviando sus numerosos años de sacrificio, disciplina y trabajo en equipo que le han llevado a convertirse en la estrella que todos conocemos.
Me resulta imposible imaginarme un rugby tan mediatizado como el futbol, pues a pesar de que en países como Francia, Escocia, Gales o Inglaterra este deporte llena estadios los fines de semana, los presupuestos de los clubes año tras año son mayores y televisan los partidos en la televisión pública, los programas de rugby se centran en el deporte y los equipos más que en el circo y las estrellas, aunque siempre puedan aparecer noticias en este sentido.
Y la solución estaría…
Somos los propios clubes los que tenemos que luchar contra esta mediatización, mediante la creación de espacios donde se imparta una formación a los jóvenes jugadores tanto a nivel deportivo como personal, en un ambiente armonioso, basado en el amor al deporte y mostrándoles que solo con respeto, disciplina, colaboración o espíritu de superación puede que sus sueños se hagan realidad.